20 jun 2012

La Patria no cabía en el Colegio de Abogados


Escrito por Rafael Cancel Miranda / Claridad



Hoy, al llegar al  Colegio de Abogados, me impactó ver los muchos compañeros y compañeras que estaban allí celebrando la vida de Juan Santiago Nieves. La sala principal estaba atestada de pueblo, además de los que estaban afuera. Aunque estábamos allí para despedir a un compañero, había un aire de triunfo y es que estábamos despidiendo a un triunfador. Juan triunfó como puertorriqueño, triunfó como ser humano y triunfó como abogado. Viendo a tantos puertorriqueños juntos homenajeando a quien supo serlo, me dije: Se equivoca quien diga que mi pueblo está muerto.

Gracias Juan Santiago Nieves pues aún en el momento de tu transfiguración nos diste un mensaje de fuerza y de futuro.  

Amigo, Juan Santiago Nieves,
te nos fuiste antes de tiempo,
espero que allá desde el cielo
sigas la lucha por tu gente.

Que tu presencia hará falta
pues eres de los imprescindibles,
de los que se hacen visibles
cuando hay que dar la batalla.

Te encontrarás con Albizu,
con Filiberto y Betances,
pues estás entre los grandes
de tu amado Puerto Rico.    

Tu compañero y hermano,

Rafaelito
12 de junio de 2012

18 jun 2012

El exilio permanente de Eugenio María de Hostos


Marcos Reyes Dávila/ Las Letras del Fuego

Decir que Eugenio María de Hostos fue un exiliado es una perogrullada. Nacido en el 1839, salió a estudiar a Bilbao en el 1852 con solo trece años, de modo que al morir en el 1903 había vivido en Puerto Rico entre quince y dieciocho años, a lo sumo, si se cuentan las breves temporadas que vivió en la isla y la estadía de casi dos años tras la invasión norteamericana de 1898. No obstante, el “ilustre desconocido” fue reconocido en las asambleas que se celebraron en Puerto Rico para elegir a los comisionados que representarían al país ante el gobierno de Wáshington.

Aunque Hostos sí reconoció a las organizaciones antillanas de la emigración, es interesante observar que, en cambio, al regresar a Puerto Rico en el 1898, Hostos no apeló a los partidos políticos existentes en el país sino a los poderes civiles con los que intentó organizar la Liga de Patriotas para reclamar el derecho del pueblo de Puerto Rico a la celebración de un plebiscito. En Mayagüez intentó fundar un instituto municipal de educación. La Ley Foraker de 1900 y la inercia política de los puertorriqueños que nos ha impedido exigir y realizar en más de 113 años de coloniaje norteamericano un solo  plebiscito verdadero, lo puso de regreso en el exilio.

Sabido es, por otra parte, que en el 1874, ante el encargado de pasajes en un puerto de Brasil, Hostos contesta que no tiene pasaporte porque no tiene nacionalidad: “Estoy creándola”, responde. Tomando en cuenta todo lo anterior uno se pregunta sobre el sentido del exilio en Hostos.

Martí dijo que no habría literatura hispanoamericana hasta que no existiera Hispanoamérica. En el espíritu de esa expresión late implícita la idea de que bajo la vida dependiente, colonial no existe verdaderamente un país. Hostos sentenció como principio de los “Independientes”, que “la Libertad era un modo absolutamente indispensable de vivir”. Y es que Hostos no concebía la vida fuera de la libertad. Por eso su proyecto educativo era irrealizable en un medio colonial.

Hablábamos la otra noche en Radio Isla, en el programa de Gustavo Rodríguez, “Sálvese quien pueda”, de la necesidad o conveniencia de implantar en Puerto Rico un programa educativo hostosiano. Es imperativo concluir que no es posible hacerlo. El anuncio por parte del Departamento de Educación de que no se celebrará más la Semana de la Puertorriqueñidad es consistente con un gobierno que reduce a la indigencia los programas y las instituciones culturales y se pinta a sí mismo como el "patito feo" de Llorens.

El programa educativo hostosiano parte del reconocimiento propio, del círculo concéntrico más cercano del estudiante que es el yo propio, y luego, el núcleo familiar inmediato. Cualquiera sabe que en Puerto Rico el sistema niega, rechaza y repugna de la propia identidad y que la educación huye del reflejo de su propio rostro en un espejo. La colonia corroe, mina, carcome, desarticula la identidad propia porque la identidad individual ampara sus columnas en la zapata o zócalo de la nacionalidad. La vida política en una colonia es colonial, invariablemente, del mismo modo que lo es la vida cultural. Lo que se levanta en el país es un garabato, una parodia, un remedo.  Es por eso –aparte de la horca y el componte– que Hostos no pudo vivir en Puerto Rico ni pudo levantar exitosamente la Liga de Patriotas y el Instituto Municipal.

Sus restos, que descansan con fuego eterno en el Panteón de los Héroes de la República Dominicana, viven un exilio que seguramente él supo que sería permanente.

17 jun 2012

Economía verde frente a economía solidaria


Escrito por Leonardo Boff/Alainet


El documento cero de la ONU para la Río +20 todavía es rehén del viejo paradigma de la dominación de la naturaleza para extraer de ella los mayores beneficios posibles para los negocios y para el mercado. A través de él y en él el ser humano busca sus medios de vida y subsistencia. La economía verde radicaliza esta tendencia, pues como escribió el diplomático y ecologista boliviano Pablo Solón «ella busca no sólo mercantilizar la madera de la selva sino también su capacidad de absorción de dióxido de carbono». Todo esto puede transformarse en bonos negociables por el mercado y por los bancos. De esta manera el texto se revela definitivamente antropocéntrico, como si todo se destinase al uso exclusivo de los humanos y la Tierra los hubiese creado solo a ellos y no a otros seres vivos que exigen también la sostenibilidad de las condiciones ecológicas para su permanencia en este planeta.

En resumen: "El futuro que queremos", lema central del documento de la ONU, no es otra cosa que la prolongación del presente. Éste se presenta amenazador y niega un futuro de esperanza. En un contexto como este, no avanzar es retroceder y cerrar las puertas a lo nuevo.

Hay además un agravante: todo el texto gira en torno a la economía. La pintemos de verde o de marrón, ella guarda siempre su lógica interna que se formula en esta pregunta: ¿cuánto puedo ganar en el menor tiempo, con la menor inversión posible, manteniendo una fuerte competitividad? No seamos ingenuos: el negocio de la economía vigente es el negocio. Ella no propone una nueva relación con la naturaleza sintiéndose parte de ella y responsable de su vitalidad e integridad. Muy al contrario, le hace una guerra total como denuncia el filósofo de la ecología Michel Serres. En esta guerra no tenemos ninguna posibilidad de vencer. Ella ignora nuestros intentos, sigue su curso incluso sin nuestra presencia. Tarea de la inteligencia es descifrar lo que ella nos quiere decir (por los eventos extremos, por los tsunamis, etc), defendernos de los efectos perjudiciales y poner sus energías a nuestro favor. Ella nos ofrece informaciones pero no nos dicta comportamientos. Estos debemos inventarlos nosotros mismos. Solamente serán buenos si están en conformidad con sus ritmos y ciclos.

Como alternativa a esta economía de devastación, si queremos tener futuro, necesitamos oponerle otro paradigma de economía de preservación, conservación y sostenimiento de toda la vida. Necesitamos producir, sí, pero a partir de los bienes y servicios que la naturaleza nos ofrece gratuitamente, respetando el alcance y los límites de cada biorregión, distribuyendo con equidad los frutos alcanzados, pensando en los derechos de las generaciones futuras y en los demás seres de la comunidad de vida. Ella adquiere hoy cuerpo a través de la economía biocentrada, solidaria, agroecológica, familiar y orgánica. En ella cada comunidad busca garantizar su soberanía alimentaria: Produce lo que consume, articulando a productores y consumidores en una verdadera democracia alimentaria.

La Río 92 consagró el concepto antropocéntrico y reduccionista de desarrollo sostenible, elaborado por el informe Brundland de 1987 de la ONU. Se transformó en un dogma profesado por los documentos oficiales, por los estados y empresas sin ser nunca sometido a una crítica seria. Secuestró la sostenibilidad sólo para su campo y así distorsionó las relaciones con la naturaleza. Los desastres que causaba en ella eran vistos como externalidades que no cabía considerar. Pero ocurre que estos se volvieron amenazadores, capaces de destruir las bases fisicoquímicas que sustentan la vida humana y gran parte de la biosfera. Esto no ha sido superado por la economía verde. Esta configura una trampa de los países ricos, especialmente de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que produjo el texto teórico del PNUMA, Iniciativa de la Economía Verde. Con esto descartan astutamente la discusión sobre la sostenibilidad, la justicia social y psicológica, el calentamiento global, el modelo económico fracasado y el cambio de punto de vista, una mirada distinta sobre el planeta que pueda proyectar un futuro real para la humanidad y para la Tierra.

Junto con la Río +20 sería muy positivo rescatar también la Estocolmo+40. En esta primera conferencia mundial de la ONU realizada del 5 al 15 julio de 1972 en Estocolmo (Suecia) sobre el Ambiente humano, el foco central no era el desarrollo sino el cuidado y la responsabilidad colectiva por todo lo que nos rodea y que está en acelerado proceso de degradación, afectando a todos y especialmente a los países pobres. Era una perspectiva humanística y generosa, que se perdió con la carpeta cerrada del desarrollo sostenible y, ahora, con la economía verde.