30 dic 2014

Somos Puños Cerrados de Julia De Burgos

Compartimos con ustedes el poema "Somos Puños Cerrados" de Julia De Burgos. Considerando que pronto culmina el año 2014, año del centenario de su natalicio, es necesario reivindicar esta figura dado a su pertinencia en la actualidad. No solo por su poesía romántica, sino también por su poesía política y activista; que muchas veces queda rezagada a consciencia. Que disfruten de nuestra Julia.


Somos Puños Cerrados
 Julia de Burgos

Somos huelga en los muelles 
Nuestros brazos se cierran a 
descargar los barcos. 
La vergüenza del hombre no 
resiste más tiempo 
El insulto al trabajo. 
Todos dicen que hay huelga en 
los muelles, 
Y nosotros decimos 
Que hay mucho trabajo. 
Nuestros brazos son astas que 
Sostiene la lucha. 
Nuestras mentes trabajan. 
Nuestros pechos trabajan. 
Nuestros puños trabajan. 
¡Estamos descargando!… 
Descargando los siglos de sus 
Maquinas-hombre; 
Ya no somos esclavos. 
Descargando el horario 
Capitalista; 
El momento demanda el reloj de 
las manos. 
Sigamos camaradas, 
Sigamos descargando 
Del sistema que explota nuestras 
masas 
El esfuerzo de todos nuestros 
brazos. 
Lancemos la ofensiva 
En un soberbio empuje proletario, 
Nuestras mentes alertas, 
Nuestros brazos parados, 
Rechazando la carga de los 
Muelles 
Mientras el rico insista en 
Explotarnos. 
Continuemos la huelga, 
Camaradas: 
¡Ya no somos esclavos! 
Anunciemos el grito presente: 
¡Somos puños cerrados!



29 dic 2014

La Soledad de América Latina


Como parte de nuestra misión educativa, divulgamos hoy un ensayo de suma importancia para  de Nuestra América: el discurso de Gabriel García Márquez al aceptar el premio Nobel en 1982. Solo mediante el conocimiento del pasado podemos aspirar a un mejor futuro.



La soledad de América Latina

Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982

Gabriel García Márquez

        Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.


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         Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.


        La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina.
         El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas. 
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de

su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.

        De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas:
el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.

Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.

         Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.

         América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental. No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.

         Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios. Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

         Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido. Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra

identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.

         En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias. 



24 dic 2014

Ante la víspera de la Navidad, les compartimos una canción del trovador cubano Silvio Rodríguez. Siempre ante un momento de gozo es necesario un momento de reflexión. Feliz Navidad! A luchar y a construir un mejor futuro para Puerto Rico!


https://www.youtube.com/watch?v=9-wLFgsu67A




Canción de Navidad


El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación.
Y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.

La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego
que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.


Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud.
Pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.

Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó,
al que en su cotidiana lucha
me da razones para amarle,
a aquel que nadie le cantó.
(1988)






21 dic 2014

Ateneo pide que Oscar López participe en actividad de aniversario de la bandera de PR

Cybernews

El presidente del Ateneo Puertorriqueño, Eduardo Morales Coll, reveló el lunes  el contenido de tres cartas enviadas al presidente de Estados Unidos Barack Obama, el secretario de justicia Eric Holder y al prisionero puertorriqueño Oscar López Rivera, con las que buscan que este último participe en la celebración del 119 Aniversario del Izamiento de la Bandera de Puerto Rico.

“La Junta de Gobierno del Ateneo Puertorriqueño acordó unánimemente enviar una carta de invitación a Oscar López Rivera para que nos acompañe a izar la bandera de Puerto Rico durante la ceremonia del 22 de diciembre próximo, cuando celebraremos el 119 Aniversario del Izamiento de nuestro símbolo patrio”, informó Morales Coll en comunicado  de prensa.

Agregó que, además, “hemos cursado sendas cartas al Presidente Obama y al secretario de justicia Holder a los fines de notificarles la invitación a Oscar López Rivera y solicitarles su excarcelación de la prisión federal de Terre Haute, Indiana, donde extingue la condena que le fue impuesta y por la cual ha cumplido 33 años de confinamiento”.

Morales Coll adelantó que, “de no ser posible la asistencia de Oscar López al acto de celebración, se llevará a cabo una ceremonia con la participación de los asistentes para, entre todos, izar la bandera de Puerto Rico en representación de Oscar en la sede del Ateneo Puertorriqueño, en San Juan”.

Las misivas a Obama y Holder constituyen parte de “todos los esfuerzos necesarios” que el Ateneo se compromete a realizar “encaminados a que se le conceda  a usted  Ia oportunidad de  brindarnos el privilegio  de su  compañía en tan  sublime momento”, según lee la carta de invitación enviada a López Rivera.

El texto de la carta al prisionero puertorriqueño, firmada por Morales Coll, lee:

El 22 de diciembre de 1995 se celebró en el Ateneo Puertorriqueño el primer centenario del izamiento  de nuestra  bandera  puertorriqueña ocurrido ese  mismo día y mes del año 1895.

En la reunión de la Junta de Gobierno del Ateneo celebrada  el 30 de agosto de 2014 tuve a bien presentar una moción para que fuera  usted  el invitado  de honor que  habrá  de  izar  nuestra bandera puertorriqueña en la ceremonia   que  a  esos efectos tendrá  lugar este próximo 22 de diciembre de 2014. La moción fue aprobada por unanimidad sin reserva alguna, Allí le estaremos esperando todos los puertorriqueños que asistimos  a esta patriótica ceremonia.

Estoy en la certeza  de que al mediodía  de este próximo  22 de diciembre  de 2014 estará  usted entre  nosotros para que sea usted quien la eleve a las alturas con la misma muestra  de hermandad y de amor patrio.

Haremos todos los esfuerzos  necesarios  encaminados a que se le conceda  a usted  la oportunidad de  brindarnos el privilegio  de su  compañía en tan  sublime momento”.

Poema I de Versos Sencillos (1891) de José Martí

         Compartimos con ustedes, como parte de la reapertura de la iniciativa del Institutos Hostosiano de Educación Política (INHEP), el poema numero i de Versos Sencillos (1891) del poeta y prócer cubano José Martí. José Martí, mejor conocido como el Apóstol de Cuba, fue uno de los arquitectos de la "Guerra Necesaria" de la independencia de Cuba que empezó en 1895 y de la creación del Partido Revolucionario Cubano creado en 1892. El mismo indicaba, en su primer estatuto, que el Partido se creaba "Para lograr con el esfuerzo reunido de todos los hombres de buena voluntad la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico." Seguiremos desarrollando este espacio para difundir material político utilizando como arma de conocimiento todos los métodos (ensayo, poesía, cuento, vídeo, música, etc.) a nuestra disposición. A desarrollar y construir una nueva realidad utilizando las armas del conocimiento! 




Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma.
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.

Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.

Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.

Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros,
Volando las mariposas.

He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquélla que lo ha matado.

Rápida como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.

Temblé una vez -en la reja,
A la entrada de la viña,-
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.

Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca: cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcalde llorando.

Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro. -es
Que mi hijo va a despertar.

Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.

Yo he Visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.

Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.

Yo he puesto la mano osada
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.

Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.

Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.

Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto, -
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.

Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.

19 dic 2014



Ser estudiante universitario consciente
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Escrito por Mikael E. Rosa Rosa / Juventud Hostosiana   
Viernes, 19 de Diciembre de 2014 07:53
uprCuando se debate sobre qué es o debe ser un estudiante universitario hay que observar el contexto en el que se escribe. En este caso abordamos el tema desde un marco capitalista colonial. Enfrentamos un modelo universitario en función de estas condiciones, administrado bajo una lógica de mercado. Es decir que la educación y el estudiantado se perciben en términos de oferta-demanda, y costos y beneficios.
Esto significa que en un escenario como el mencionado, estudiar en  la Universidad pública supone ser afortunado. Las poblaciones provenientes de las esferas desaventajadas económicamente, así como los hijos de familias trabajadoras se les dificulta el acceso a la Universidad del Estado. Desde luego, esto va atado a una problemática estructural relacionada a las deficiencias del sistema público de enseñanza, su desconexión con la realidad universitaria, además de consideraciones de índole material y entorno social de crecimiento. Mas el hecho de que ser estudiante universitario supone ser afortunado, ello no significa ser un extraterrestre ni una categoría de ser humano distinta. 

Por ser universitarios no se nos exime de las problemáticas que afectan la sociedad en la que vivimos. Tanto los estudiantes como sus familias tienen que enfrentar impuestos, recortes en servicios sociales, altos costos de vida y políticas que afectan su diario vivir. Ahora bien, quiérase o no, es una realidad que quien cursa estudios en una Universidad se le categoriza como “estudiante Universitario”. Dicho sello se convierte en elemento de distinción dentro del marco social puertorriqueño. Sin embargo, esta categorización no se refiere a otra cosa que no sea una persona con acceso a unas herramientas académicas dentro de disciplinas particulares.

Al momento de examinarnos como estudiantes universitarios, el acceso a estas herramientas no es sinónimo de adquisición de privilegios individuales. Un estudiante consciente de la función de su disciplina tiene que saber que sus estudios no pueden basarse en la obtención de privilegios, sino que se basan en el asumir la responsabilidad elemental de poner los conocimientos y la acción en función de la sociedad. Los recursos académicos con que contamos facilitan identificar y atender las problemáticas sociales del país, para solucionar aspectos como la desigualdad económica, la desigualdad de género, la protección del medio ambiente, entre muchas otras. 

Al responsabilizarnos de estas tareas hay dos puntos importantes. El primero es que los universitarios no somos quienes cuentan con los derechos de autor de las soluciones a las problemáticas del país.  Mucho menos nuestra formación supone que tengamos baritas mágicas para solucionar unilateralmente los dilemas que aquejan nuestro entorno. Esto lleva al segundo punto, que es el que nuestra inserción a los problemas sociales no puede ser desde un posicionamiento de superioridad. Contar con herramientas académicas e intelectuales, como ya se mencionó, no nos puede convertir en superhéroes de Marvel ni nada por el estilo.

Estos señalamientos quedan vacíos si no abundamos en aspectos más precisos sobre lo que significa responsabilizarnos como estudiantes. Sin duda el asumir una responsabilidad requiere un grado de consciencia. Es una realidad que no todos los  estudiantes universitarios cuentan con el mismo nivel de consciencia. Mas hay algunos que por diversas razones, ya sean políticas o por la naturaleza de lo que estudian, cuentan con un mayor grado de consciencia. Estos estudiantes tienen el deber de difundir su formación social en aras de dar a conocer la responsabilidad que supone ser estudiante universitario.

De entrada es evidente que la Universidad no será una factoría de militantes homogéneos. Inclusive, la universidad tampoco tiene que ser una fábrica de militantes. Esta tarea tiene que quedar en manos de la comunidad universitaria y los estudiantes con un nivel de consciencia, dirigiéndose a crear las condiciones para promover que los compañeros sean agentes políticos de cambio. Una vez entabladas las condiciones quedará en manos del estudiantado decidir cómo asumir su responsabilidad universitaria. En ello cabe el escenario de reconocer pero evadir la responsabilidad social del estudiante universitario. 

Independientemente de este último punto, la condición de estudiante significa ser ejemplo en todos los espacios que uno se desempeñe. Inclusive, desconocer o evadir la responsabilidad estudiantil no exime de esta obligación. Si bien esto no supone ser monjas ni monjes de la caridad, si requiere tener presente que debemos aspirar a ser referentes a la totalidad de la población sin la más mínima aura de superioridad. 

Esto tiene como requerimiento fomentar el pensamiento crítico. Es hacia éste elemento que los estudiantes universitarios tenemos que concentrar nuestros esfuerzos. Esto se traducirá en el reconocimiento de las situaciones que afectan la sociedad, así como la necesidad de retar el institucionalismo que las sostiene. Sin embargo, plantearnos este reto  obviando la necesidad de organizarnos es pensar en pajaritos preñaos. Muy claro nos lo deja Ernesto Guevara cuando menciona que “Si no existe la organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por ser simplemente un recuerdo”.

El proceso organizativo requiere esencial y fundamentalmente una profunda actitud de disciplina y diligencia. No se puede concebir el trabajo de organizar como un gasto de tiempo o como un trabajo que se realice a regaña dientes. Mucho menos puede verse como un pasatiempo. Hay que hacer de esta tarea una alegre y afirmativa. Pero hay que reconocer que esto requiere un cambio de paradigma en la manera que hacemos las cosas, asunto que es complicado por demás, pero sumamente posible.  

Al mismo tiempo hay tres pilares que son fundamentales y que facilitarán alcanzar el pensamiento crítico. Impulsar el pensamiento crítico conlleva alcanzar y defender una educación pública, accesible y de calidad. Estos tres factores abrirán paso al empoderamiento universitario no solo por parte de la comunidad universitaria, sino también  de los trabajadores y otros sectores que buscan la justicia social.

Aquí no se está haciendo otra cosa que recalcar la importancia de los estudiantes universitarios en el desarrollo social del país. La relevancia del sector estudiantil es ampliamente reconocida. Sin embargo ello no se da en el vacío, sino que han sido los estudiantes quienes con sus distintas luchas se han ganado ese respeto. Hoy estamos llamados a un trabajo de base real, que fertilice el terreno hacia las transformaciones necesarias en nuestra Universidad. Esas transformaciones serán a su vez transformaciones de país. Pero esto urge organizar eficazmente nuestro taller de trabajo en este momento que es la Universidad. La única manera de lograrlo es reconociendo nuestro rol histórico como estudiantes, y asumiéndolo.